Foto EFE
Setenta
y siete años después, un británico vuelve a coronarse campeón en Wimbledon, su
nombre es Andy Murray, quien luego de muchas decepciones en La Catedral pudo
imponerse este domingo al ex campeón y actual número uno del mundo Novak
Djokovic por 6-4, 7-5, 6-4.
En
una final donde lució visiblemente superior al primer preclasificado, el nativo
de Escocia rompió la mala racha de los británicos, que no ganaban un título en
la “grama sagrada” desde 1936 cuando lo hiciera Fred Perry.
Dominando
con golpes precisos y cabeza fría, el número dos del mundo terminó con la
hegemonía compartida de Roger Federer, Rafael Nadal y el propio Djokovic, que
han ganado todos los títulos en los últimos 10 años.
Desde
2009, los ingleses aguardaban las esperanzas de un campeón local, año a partir
del que Murray se citaba constantemente en las semifinales del tercer Grand
Slam de la temporada.
Pero
no fue hasta el año pasado cuando esos sueños fueron más tangibles cuando
Murray llegó a la final en Wimbledon cayendo frente a Federer, a quien derrotó
semanas después en el mismo All England Club, aunque en el escenario de los
Juegos Olímpicos. Fue para ese entonces que los anglosajones empezaron a
despertar.
Con
una final, un título y tres semifinales en Londres, el escocés supera las
actuaciones de Tim Henman, quien en los años 90 y a principios de la década
pasada no pudo materializar las esperanzas de los anfitriones, que tuvieron que
conformarse con verlo caer cuatro veces en semifinales contra quien
posteriomente alzaba el trofeo (Sampras 1998-99; Ivanisevic 2001; y Hewitt
2002).
Henman
alcanzaba las semifinales en La Catedral por primera vez desde que lo hiciera
Roger Taylor en 1973, cuando también perdió ante quien a la postre fue campeón,
en esa ocasión, el checo Jan Kodes.
Con
esos resultados en el más tradicional de los Grand Slam, más un título en
Estados Unidos y una medalla de oro olímpica, ya se puede hablar del mejor
tenista británico al menos en la Era Abierta; aún quedan por superar los
resultados de Perry, poseedor de ocho trofeos “grandes” y considerado en los
años 30 como número uno del mundo.
Hasta
este año Wimbledon era el major en el que más tiempo había transcurrido desde
que un nativo se proclamara campeón, ahora lo es Australia, donde un local no
gana desde 1976 cuando lo hizo Mark Edmonson, luego siguen Roland Garros, que
lo ganó el francés Yannick Noah en 1983 y el Abierto de Estados Unidos, cuyo
campeón local más reciente fue Andy Roddick en 2003.
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